Allí volvió a encontrar la paz del desierto y la gentileza de su gente.
Siguió creando y creando... y añadió nuevas piezas, como siempre únicas.
Esta vez visitó Asilah y Chefchaouen y el intenso azul de estos dos pueblos le encandiló tanto que pensó en añadirlo a sus posteriores trabajos.